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Cuando la vida te da limones


Cuando yo era pequeña mi admiración total era para mi hermana mayor. Yo quería ser como ella, subirme al bus e ir a donde ella aprendía todas esas canciones tan bonitas. Me subía al bus y a mi mamá le costaba convencerme de que aún no era tiempo para mí de ir a la escuela. Finalmente llegó ese día tan esperado. Tenía mi uniforme, zapatos lustrados y calcetas blancas. Para mi desilusión ya no nos tocaría subirnos al bus, porque vivíamos cerca del colegio y nos tocaba irnos a pie. Me fui de lo más emocionada, pero cuando regresé, mi mamá me vio cabizbaja- ¿Cómo te fue?- me preguntó, a lo que yo le respondí: mal mamá. Cuando preguntó más, le conté que nos encerraban en un lugar todo el día, no nos dejaban ser y no nos dejaban jugar. Ese sería el inicio de mis constantes grandes expectativas fantásticas de cómo sería la vida y la decepción de no llegar a obtener lo que pensaba que era. Años después de una vida escolar tormentosa, donde perdí absolutamente todos los cursos e hice enojar a más de veinte maestros, me gradué de la secundaria.

Luego sorprendí a todos cuando me enamoré de la vida académica. Me gradué de la universidad con promedio alto, gané una de las becas más prestigiosas de mi país para ir a estudiar al extranjero. Viajé, publiqué en revistas científicas y justo cuando me hacía siendo maestra, guiando estudiantes y teniendo mi laboratorio (con mi lindo estereoscopio y colecciones de insectos), me encontré escogiendo entre el amor y la ciencia. Escogí el amor, y aquí otro gran chasco: la "ayuda" de los mentores llena de dramas personales. Todos los créditos del trabajo que yo hice se los repartieron los científicos con más trayectoria y me dejaron sin nada. Es más, como estaba embarazada me retiraron el post doctorado y me exigieron a ceder el sueldo que me correspondía por maternidad y además publicaron como propios los resultados de todo el trabajo que yo realicé.

Como nueva madre me tocó reinventarme, rasparme las plumas y crecer para poder formar un hogar. Cambiar lo que había sido muy importante para mí, aburrirme muchas veces, llorar y darle apoyo a nuestro nuevo pichón.

Y esto del hogar, el casarse y tener hijos también es algo tan idealizado, que cuando la luna de miel se acaba, te da una sacudida la realidad. Pero está en nosotras y en nuestras parejas, definir los ingredientes de nuestra propia limonada. Con respecto a la vida que no tuve, platicando con amigos que sí están en academia, me doy cuenta de que mi sueño de laboratorio y estudiantes es otra romantización de ser como mi hermana e ir a la escuela. No existe el sitio lindo perfecto, esos son espacios que cada uno de nosotros creamos y formamos con lo que tenemos en el momento presente. Y así deje el sueño de ser académica y pensar que una vez allí tendría lo que buscaba. Eso me permitió abrazar otros sueños y crear e inventar lo que no existía en el momento. Hice de los limones que me dio la vida, mi propia limonada.


Romantizar las cosas tiene lo bueno de enseñarnos cómo queremos vivir la vida y ser soñadores, pero también lo malo de que nadie va a construirnos el mundo que soñamos. Esos sueños sólo lo conseguimos nosotros mismos, con las redes de apoyo, las amistades que vamos tejiendo y con lo que hacemos cada día.




Si el mundo te sigue tirando limones, es decir, si la vida te sabotea con cosas y circunstancias en las que no te sientes cómoda, en vez de quejarte y sufrir por eso, ponte de pie y haz de todo lo que sientes: una limonada. Por ejemplo:

  • Si tienes un trabajo en el que no te sientes contenta, usa este trabajo que tienes ahora para ahorrar, para darte a conocer en otros círculos y ve preparando lo que necesitas para el próximo trabajo. Recuerda el mejor momento de encontrar un trabajo nuevo es cuando ya tienes un trabajo.

  • Si te acabas de volver madre, tuviste un parto difícil del que te cuesta regresar a sentirte tu misma, usa este momento para descubrir quién eres ahora, encuentra tus fortalezas y úsalas. Por ejemplo, si te gusta hablar con los demás, encuentra un centro o eventos en el que las madres se apoyan unas a otras.

  • Si te acaba de ir super mal en los estudios, utiliza esa frustración para buscar y encontrar quien te apoye con lo que no comprendes. Encontrarás grupos de personas que, como tu, no entienden las materias. Encontrarás amigos que se sientan en la cafetería a ayudarte a resolver los problemas y si no ganas los exámenes, al menos te sentirás más comprendida.

  • Si tus hijos crecieron, hicieron sus vidas y sientes que se olvidaron de ti, disfruta ese tiempo libre que tienes para reinventarte y encontrar actividades donde puedas contar tus historias. Que tu experiencia le sirva a otras mujeres y que sientas que tu caminar le es útil a alguien más.


No tenemos que estar bien todo el tiempo, los problemas se presentan, pero está en nosotros que vamos a hacer para enfrentarlos. El mundo estaría mejor si reconocemos los limones que la vida nos tira y los transformamos en nuestra propia versión de limonada.

En Esperantza somos tus porristas, queremos apoyarte a que seas la mejor versión de ti. Por eso ofrecemos sesiones de salud mental, tutorías, y nutricionistas. Todo pensado en que puedas descubrir hasta donde puedes llegar con el apoyo necesario.


Si necesitas ayuda para encontrar tu versión de limonada, te ofrecemos una cita gratuita para que nos cuentes cuáles son las barreras que tienes para ser la mejor versión de ti. Haz tu cita ya!



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