top of page

¿Culpable de qué?

Actualizado: 1 feb 2023



Estábamos parqueados en zona 5, sentados en su auto. Yo comí un chocobanano. Le conté mi trauma de la infancia y lo pesado que la llevaba yo. Cargando una culpa de algo que pensé era imperdonable que yo hacía desde niña. El también llevaba culpa pesada y asfixiante, acompañó a su hermano a contratar a alguien para que se deshiciera del tipo que amenazaba de muerte a su madre. Este tipo de culpa no es como esa culpa que nos sonroja la cara cuando decimos algo inapropiado o malintencionado; algo de lo que podemos retractarnos en ese momento y dejar pasar. Esta culpa te mancha, te hace creer que la llevas de por vida como tatuaje e informa lo que haces y lo que harás. También la sientes en el cuerpo, es una opresión en el pecho, o como me pasó a mí, un vacío en el estómago acompañado de una garganta que se cierra.


Decidí escribir sobre este tema porque la liberación más grande que he tenido en mi vida ha sido encontrar todo lo que estaba dejando de vivir por tener culpa y vergüenza de algo que yo no provoqué. Así que empecemos.


¿Qué es la culpa?


La culpa es una respuesta emocional a errores o malas acciones que pueden ser reales o percibidas. Puede surgir por sí sola o por instancias de otros. La culpa, profunda como la que yo y mi amigo experimentamos va acompañada de vergüenza y sentimientos de aislamiento. Acompañado por nuestra formación cristiana, esta culpa se vuelve un tipo de destino a ser “malos”. La culpa puede ser como la marea que viene y va. Pero también puede ser como enredadera, que se enrosca en nosotros como compañera constante, pesada y hasta asfixiante. Por si no pesa lo suficiente cargar con culpa, esta rara vez viene como el único sentimiento; trae a sus amigos, emociones fuertes como la ira, la tristeza o el miedo. Por ejemplo, creer que yo hice algo imperdonable de niña me daba un miedo paralizante acercarme a alguien más, peor aún si esa persona me consideraba “buena”. O cuando le rompes el corazón a alguien, te da culpa ser causante del dolor y tristeza que esa persona que conociste tan bien ya no será parte de tu vida.


La culpa es un sentimiento que nos ayuda a ser responsables y mantener nuestro lugar en nuestra comunidad. Por ejemplo, mi hijo abrió la gaveta en donde yo guardaba los dulces, se comió tres dulces y luego cuando le pregunté mintió y dijo que no era él. La culpa lo hizo confesar que sí había sido él y su sinceridad repara nuestra relación. O la culpa de saber que nuestros padres pagan por las clases en la universidad nos hace entregar los reportes. En otras palabras, cierta medida de culpa nos ayuda a mantenernos responsables con nuestra comunidad. El problema es cuando la culpa se vuelve tóxica y se usa en nuestra contra. En las relaciones manipuladoras o abusivas, la culpa puede usarse como una herramienta para mantenernos dóciles, tranquilos y presentes con nuestra pareja, en lugar de buscar distancia y diálogo para encontrar un estado más equitativo. Por ejemplo, una mujer que cuando el marido le pega, no lo deja porque siente culpa de dejarlo, después de que él le dice que está enfermo y que sólo ella lo puede mantener con vida. Un padre por ejemplo puede vendernos culpa para que pasemos más tiempo con ellos, al mencionar regularmente lo solos que están y los sacrificios que hicieron para criarnos. Una amiga puede mencionar consistentemente como al tener novio nos olvidamos de ella, e insistir que la veamos y la atendamos más.


La culpa también puede estar internalizada y esto me regresa a la historia que les contaba de mi amigo y yo que en un momento de absoluta confianza nos contamos nuestras culpas más profundas. Si la culpa maneja tu vida, te inmoviliza y dicta constantemente las decisiones que tomas en cuanto a con quien te relacionas, qué hacer o qué trabajo escoger, es muy probable que estés entrampado en una culpa tóxica. Este tipo de culpa se nos presenta como desafiante, con una voz de autocrítica fuerte, en lugar de motivarnos a vivir y expandir nuestro horizonte. Nos predispone a una vida limitada, nos aísla y puede ser el comienzo de una etapa autodestructiva.


En estos casos es vital que busques ayuda de un terapeuta profesional, porque tienen mucho conocimiento y técnicas que nos ayuda a comprender el origen de la culpa tóxica que llevamos y sanar. Esto es lo bello de la terapia en línea, que puedes hacer tu cita y empezar a hablar sobre esa carga que llevas desde la comodidad de tu casa, con la bebida que tu prefieras; sin preocuparte del tráfico o las horas que te tomará llegar y encontrar parqueo. También es una forma de tener acceso a terapia si vives en un área rural o por el tráfico te tomaría mucho tiempo para llegar a tu cita.


¿Cómo lidiar con la culpa y la vergüenza?


¿La primera pregunta que debes hacerte es quien ha instigado esta culpa y vergüenza? ¿Eres tú? ¿O alguien que aún es cercano a tu vida? De cualquier manera, cuando empiezas a hablar sobre los eventos asociados a tu culpa empiezas a comprenderte.

Si la culpa proviene principalmente de nosotros y ha alcanzado un nivel tóxico o vergonzoso en lugar de uno saludable, el primer paso para hacer frente puede ser reconocer nuestra culpa; reconocer que nos sentimos culpables, reconocer por qué nos sentimos culpables y permitirnos sentir esa culpa por un momento. Una vez que nos hemos dado rienda suelta para experimentar plenamente nuestros sentimientos, podemos comenzar a desenredar la fuente de nuestra culpa, pensando en la autocompasión.

Piensa en ¿por qué te sientes culpable? ¿Es una forma productiva de culpa o vergüenza? Recuerda que la culpa puede volverse problemática cuando nos aísla, separa de las personas que amamos o nos avergüenza. En cambio, la culpa saludable puede servir como un motivador para mejorar nuestro comportamiento o corregir un error. Por ejemplo, si te da culpa colgar o no contestar las llamadas impertinentes de algún miembro de tu familia; aceptar la culpa podría motivarte a poner límites saludables como aceptar hablar con tus padres en un período de tiempo específico en el que estés libre. Si tu amiga te reclama que no has pasado tiempo con ella y se te vuelve en culpa, puedes decirle que necesitas un tiempo para ti y esta nueva relación. Si te da culpa ver tan poco tiempo a tus hijos al regresar del trabajo, la culpa puede motivarte a dejarle claro a tu jefe que no harás trabajo adicional.

Cuando empieces a poner límites, recuerda que lidiar con la culpa creada por otros puede ser más difícil que lidiar con la culpa hecha por uno mismo, porque a la parte ofensora podría no gustarle dejar ir el control o la manipulación que adquirió como resultado de tratar de imponernos la culpa.

La culpa basada en la vergüenza puede no ser tan simple de prevenir. Por ejemplo, la culpa autoimpuesta que ha alcanzado proporciones tóxicas puede provenir de expectativas poco realistas que nos hemos establecido. Por ejemplo, te da culpa haberte comido un pastel y te recriminas como que el pastel fuera el único responsable de que no bajes de peso. También puede volverse tóxico cuando internalizamos las expectativas de otra persona. Por ejemplo, mi padre siempre quiso que yo tuviera buena letra al escribir, como la de mi hermana. Para prevenir esta forma de culpa, primero podríamos identificar nuestros propios valores. Pregúntanos si nuestros valores son, de hecho, los nuestros o son simplemente un producto de nuestra educación o condicionamiento. Así lo hice después de muchos años, me convencí de que tener buena letra no es para mí, pero escribir bien sí lo es. Esto me ayudó a liberarme de exigencias externas.


Finalmente, prevenir el tipo de culpa proveniente de otros puede implicar establecer límites y adoptar un enfoque proactivo al decir "No". Los límites a menudo son difíciles de establecer y pueden ser aún más difíciles de hacer cumplir, pero pueden ser extremadamente importantes para prevenir o evitar la culpa provocada por otros y el correspondiente control y manipulación que este tipo de culpa a menudo acoge.

Si estás leyendo este blog y te sientes identificado, no esperes más y encuentra apoyo para liberarte de la culpa. Es importante pues si podemos reconocer el daño de alguien que usa la culpa para controlar nuestro comportamiento, podemos ser capaces de reconocer nuestras propias tendencias a hacer lo mismo. Establecer y mantener los límites pueden ser los primeros pasos importantes para prevenir la culpa de la manipulación. Esto es importante si la formación que nos dieron nuestros padres fue a través de crear culpas, pues al aprender a detectarlas, liberarnos de ellas y poner límites a quienes quieren enseñar a traves de la culpa podemos regalarles a nuestros hijos una forma más sana de relacionarnos.



Regresando a mi historia, sentados en el auto comiendo un chocobanano. Yo hoy le diría a mi amigo que nunca fue su culpa. Un niño nunca debe estar en ese parteaguas entre salvarle la vida a su madre o matar a alguien. También le diría a la Geno de 19 años que no hay culpa ni maldad en ser curiosa y libre. Que los curas y mi madre se equivocaron, mi inocencia y curiosidad de niña era libre de culpa y se volvería una de mis fortalezas.



35 visualizaciones
bottom of page